Hola amigos blogueros!!
Os tengo un poco abandonados porque he estado en la playita unos cuantos días y llegué este mismo viernes 15. Si amigos, en la playita, habéis leído bien. Es muy duro y alguien tenía que ir a la playa y sacrificarse con días de sol y playa. Yo me ofrecí voluntaria, jajaja!! Después de esto me odiaréis pero os voy a contar como ha sido uno de mis días playeros. La playa es un hervidero de historias que superan la ficción en muchos casos. Abstenerse los que sufran de corazón o sean muy sensibles al buen comer y la buena vida porque lo que voy a relatar a continuación tiene todos estos ingredientes. No te preocupes Miguel, que esta semana publico alguna peli para empezar de nuevo con nuestro gran cine.
Ese día, en concreto, era martes, me levante a las 7 de la mañana (una locura, sí, lose, me levante por propia iniciativa, nada de despertador). Os preguntaréis qué demonios hacia levantada a esas horas en vacaciones. Tranquilos, ahora os cuento (cuando lo averigüéis, seguiréis pensando lo mismo, que es una locura, jajaja). Bueno al lío, me levanté a las 7, desayune fruta, galletas y cereales y un vaso de agua, nada de lácteos. A continuación me puse unos pantaloncitos cortos color negro (marca decatlón), camiseta de tirantes color verde (marca decatlón), zapatillas (estas no son marca decatlón, son de las “guenas” porque es lo más importante para lo que hago). Para terminar, mi MP3 dentro del manguito de mí brazo ¿Ya os vais imaginando para qué? Así es, soy una runner loca y casi todos los días salgo a correr. Salgo tan temprano para que el sol no me deje deshecha, que con calor se corre fatalllllllllll.
Ya estoy preparada para salir, música, pantalón corto, zapatillas, camiseta de tirantes y a la calle. Me dirijo hacia el paseo de la playa sobre las 7.30 de la mañana, el sol está bajo y le tapan algunas nubecitas que me vienen de lujo para correr. Un reloj gigante en el paseo me mira extrañado al verme tan temprano y me dice que ya tenemos 24 graditos. En ese momento pienso: no hace calor, no hace calor, aún se está bien!!! Me situó en el paseo, como un vaquero a punto de desenfundar, pero en lugar de eso elevo el brazo a la altura del pecho, giro la muñeca y marco en mi reloj el tiempo y todas las chuminadas que os podáis imaginar para correr como si me persiguieran una docena de búfalos.
Ya estoy preparada, le doy al reloj y comienzo a correr!! Algunos corredores que me encuentro me miran de reojo pensando: otra loca a las 7.30 de la mañana. Empiezo a correr por el paseo, la música a todo volumen, son las 7.50, ya llevo 20 minutos y siempre pienso: porque hago esto, que locura, que calor, que….que bien me siento corriendo.....ya han pasado los 30 minutos cruciales y ya todo es posible, la playa es mía, ya no hay quien me pare. Estoy sudando a chorros, me subo la camiseta para quitarme el sudor de la frente y de los ojos y sigo sin parar, ya llevo 50 minutos, me pararé a la hora o quizás a la hora y 10 minutos, según me dé, jaja! Quedan 5 minutos para terminar los 11 km y cuando paro, amigos, cuando paro, esa fatiga y esa alegría de haber corrido, que libertad, que momentazo señores, gran momento (el que corra lo entenderá y el que no pensará que estoy loca y no le quito la razón). Mi familia me dice que eso no son vacaciones, que no descanso, pero descanso y mucho, me gusta entrenar, la adrenalina, es eso, adrenalina.
Vuelvo al apartamento y la ducha me sabe a gloria. Me esperan unos churritos para desayunar (mi segundo desayuno, claro), leche freasquita con nesquik y unos churritos mojaditos en azúcar, que vida más dura, uffff. Después de este estupendo desayuno en la terraza del apartamento, donde corre una ligera brisita y se ve el mar que me llama para que vaya a chapotear un poco, me pongo un bikini que no trikini (nunca entendí la moda del trikini, la verdad), en fin, me pongo el bikini y lista para la playita que la tengo a dos pasos, al llegar despliego la toalla y caigo rendida boca abajo como si realmente un vaquero me hubiese disparado en ese paseo de corredores locos, me quedo un poco adormilada, con el regustillo de la carrera y el gran desayuno, me quedo algo torrijilla en la toalla, que buena vida esta, brisita del mar, ruido de olas, comentarios de los que van llegando que son divertidísimos de oír, que buena vida, sí señor.
Como os decía, en la playa hay un material inagotable para escribir. Cuando estudié guión de cine escribía hasta en los semáforos, en las cafeterías, historias de la vida cotidiana, las más emocionantes, historias de categoría, de las que nos enriquecen y nos hacen pensar.
Ese día de carrera y churros, mientras estoy tumbada en la toalla,ahora boca arriba, con los codos apoyados sobre ella para incorporarme, observo cómo un adolescente, con aires de comerse el mundo, pequeños musculitos y cara de circunstancia, esta regateando a un vendedor ambulante de gafas de imitación, cuestan 10 euros y este joven en cuestión, quiere unas gafas, modelo "top gun", pero las quiere a 7 euros, le regatea hasta agotarle para que al final acepte, si este adolescente supiera de las mafias que mueven esta venta ambulante y que, probablemente, a este pobre vendedor le darán dos duros con suerte y a veces ni siquiera. Una vez me contaron que a veces les dan comida y techo y nada más, una vergüenza.
Al final, este adolescente de hormonas enloquecidas, consigue las gafas por 7 euros, se las pone y se las muestra a sus amigotes todo orgulloso por su compra, sus amigos solo le hacen gestos y alguno se atreve con un “de puta madre tío” o con un “se salen tío”. Mientras, el vendedor sustituye las gafas vendidas por otro modelo que saca de una gran bolsa, las coloca en el muestrario que lleva sobre una mano y se levanta despacio, cuelga la bolsa de un hombro y con la otra mano sujeta el muestrario de gafas. Camina cor dificultad por la arena con sus sandalias desgastadas y sus vaqueros, su tez de color suda pero el debe seguir adelante, lo necesita, y, aunque este cansado, sigue mostrando a las personas las gafas de 10 euros.
El adolescente sigue de pie, con las gafas puestas, esperando que toda la playa le vea, sus amigos ya se han olvidado de él y se quedan tumbados esperando que las horas pasen y que llegue la noche para darlo todo con gafas y sin ellas.
Observo al joven vendedor, ahora parado delante de una tumbona donde un señor observa las gafas sin tocarlas y con un gesto de mano indica que no le interesa ninguna, el vendedor reanuda de nuevo la marcha y se pierde de vista entre hamacas, sombrillas y montañas de arena hechas por pequeños niños que se divierten, ajenos a gafas, a adolescentes, a runner que observan todo.
Miro hacia la izquierda y me encuentro con una señora que se dedica a untar crema a su hija, también adolescente. Lo que me llama la atención de lo que veo es que la madre le está dando crema por la parte delantera como si la joven, en lugar de manos, tuviese muñones que le impiden darse la crema ella misma, madres con la idea de que sus jóvenes hijas aún son bebes.
Con los brazos extendidos y las palmas hacia arriba, la joven mira de un lado a otro, esperando que acabe cuanto antes su sufrimiento. Su mirada se clava en el joven top gun, no le quita la vista de encima para ver si el joven de las gafas se fija en ella, él la mira y ella (como era de esperar) mira para otro lado. Ya se han localizado los dos. Ella resopla y espera que su madre acabe pronto.
La madre, como buena madre, se toma su tiempo, le echa por la cara, por los brazos, por el estómago, evidentemente la deja toda blanca, ambos jóvenes se vuelven a mirar, ahora aguantan más la mirada y ella la retira, cuando vuelve a mirar él se dedica a mirar a dos chicas que pasan por la orilla, quizás le llame la atención sus pequeños bikinis, jaja. Ella se enfada como una novia despechada y la paga con su madre, le dice con un tono algo chungo y macarrilla: ¡va, venga mama, déjame ya, que pesaaaaaa (marca bien la a). La madre que también los tiene bien puestos y, aunque la trate como un bebe sabe que es una adolescente a punto de estallar en cualquier momento, le replica: ¿qué quieres, quemartee o qué? Ya sabes que este año el sol esta (las frases no se acaban) ¿Porque siempre dicen que el sol cada año está peor? Si de verdad fuera así, nos achicharraríamos nada más salir a la calle, como buenos vampiros, nos volatilizaríamos, jejejeje!!
Ella vuelve a mirar al chico con la esperanza de que él no haya oído lo que su madre le estaba diciendo, pero el chico ya esta en la toalla charlando con sus amigotes y se ha olvidado de ella. La joven, decepcionada por su joven top gun y llena de crema, se sienta en una silla a rayas azul debajo de la sombrilla también a rayas, se cruza de piernas, coge una revista y antes de ponerse a leer, vuelve a mirar por si acaso, pero nada, él se olvido de ella definitivamente.
La madre si la mira, ella no se olvida de ella ni aunque la joven quiera, la pregunta si quiere ir a dar un paseo. Ahora que está envuelta en crema se puede pasear por la orilla sin peligro a desaparecer por los ataques de los rayos solares. “La chica crema” la mira con odio y, proyectando su ira contra ella, como si fuera el chico de las gafas, le dice: que no, que no paseo joer....que me dejes tranquila…la madre, ajena a la historia que tiene formada su hija en la cabeza con el chico de las gafas de 7 euros, dice: ay hija, esta de un insoportable....me voy con tu padre, vigila la bolsa, anda. La chica, como es de esperar, ni contesta, ni levanta la vista, solo cuando se alejan y ya no la ven, mira hacia sus padres que se alejan a un ritmo de tortuga muy gracioso.
Me siento como James Stewart en la ventana indiscreta….lo observo todo.
Para terminar con esta ventana indiscreta, os contaré la mini historia de una pareja que se ha colocado a mi lado, bien cerquita, como si no hubiese más playa o como si fuésemos conocidos de toda la vida (que tendrá la playa que a todo el mundo le da por ponerse con la sombrilla encima de uno, da igual donde te pongas, siempre vienen a por ti, ¿de qué tienen miedo? ¿Los espacios entre una sombrilla y otra serán agujeros negros? ¿Si dejan un pequeño espacio, te absorberá ese agujero negro?).
Bueno a lo que iba, esta peculiar pareja me llamo la atención porque ella, nada más llegar, no movió ni un solo dedo, él coloco la sombrilla, la tumbona, la esterilla, la toalla (me daban ganas de ayudarle yo misma). Cuando ya está todo colocadito, ella se quita la parte de arriba y se echa en una tumbona.
De repente el quiere dar un paseo y se lo dice a ella que asiente con la cabeza mientras se levanta de la tumbona. Preparaos, empieza la diversión, el chico le dice: pues venga vamos y ella le contesta: espera cari (esa odiosa palabra, cariiiii, ahhhhh) dice: espera cari, que me tengo que echar crema (dichosa crema, es el día de la crema porque ya sabemos que el sol está este año…ufffff), hasta aquí parece todo normal, van a pasear y ella quiere echarse crema, pues no amigos, no todo es lo que parece, una cosa es echarse crema y otra cómo se la echa nuestra vecina de la tumbona.
El, aparentemente tranquilo, la espera a que se eche la crema con un mini monedero transparente en su mano derecha, ese mini monedero contiene esos objetos tan personales de momento playa, a saber, un reloj y unos euros sueltos, incluso algunos contienen un billete de 20 euros, un tesoro, amigos, un gran tesoro. Ella comienza la aventura de la crema, empieza por los brazos y allí se detiene un largo rato, se recrea en su brazo izquierdo dándose crema como si quisiera desenroscarse el brazo.
Pasa a la parte del pecho (como va en top less se entretiene mucho más, como era de esperar, y eso que las tiene pequeñas), ¿Se hará un bikini de crema para sus pechitos? Por fin acaba con su bikini de crema para la parte de arriba y a continuación pasa al estomago, aquí no se distrae tanto (menos mal), él la mira algo más intranquilo, aún le quedan las piernas y es una chica alta (estamos perdidos), no me había acordado del culo, aquí se detiene otro largo rato, se lo toca y se mete el bikini convirtiéndolo en tanga (y digo yo, ¿Por qué no se pone tanga directamente? Son tantas las preguntas que me surgen de esta nuestra especie y en especial de esta chica). Se toca el culo y se lo palpa para comprobar que es el suyo y que en esos quince minutos que lleva dándose crema no le ha crecido ni se le ha caído.
Por fin llega a las piernas… él la vuelve a mirar, su cejas se están frunciendo, se empieza a poner colorado y no porque le esté dando el sol de cara, menea el mini monedero entre sus fuertes y fibrosos brazos de metrosexual, se masca la tensión, le va a decir algo, seguro que algo le dice. La vuelve a mirar y le dice en tono serio: ¿nos vamos ya cariño? (ese cariño no me ha sonado nada amoroso J). Ella le mira extrañada y contesta: si, venga vamos, si ya estoy.
Caminan hacia la orilla, ella se sigue colocando el bikini tanga y se lo mete aún más por el culito, al final lo va a hacer desaparecer de tanto meterlo, jajaja!!Camina altiva y se mira sus pechines para ver si siguen mirando de frente orgullosos de ir untados de crema protectora.
Ha sido una mañana llena de emocionantes anécdotas en la arena, podría seguir escribiendo, sobre todo de mi misma, jajaja, porque de esto no nos libramos ninguno, no os vayáis a pensar, todo tenemos lo nuestro y en eso radica la gracia y la diversión, en la variedad.
Después de pasar la mañana en la playa toca, como no podía ser menos, el aperitivo, eso es sagrado, coca cola, tinto de verano, unas patatitas, mejillones, olivitas, ummmmm!!! que sacrificio, eh?? Después de este aperitivo, que a veces demoro para darme un chapuzón en la piscina, me dispongo a comer, esta día de anécdotas playeras toca paellita, rica, rica y de postre, tiramisú, esta delicioso. Después de esta gran comilona acabo reventadita, entre la carrera, la playa, las anécdotas, la piscina, la paella y el postre, no se puede escapar de la siesta, maravillosa siesta.....casi dos horas de siesta.
Me levanto de la siesta con calor, los ojos hinchados como un panda y algo desorientada. Voy derecha a la cocina, abro la nevera y a por la botella de agua fresquita. A partir de aquí comienza la segunda parte del día, la tarde-noche, lo más interesante. A veces un poco de piscina por la tarde, según el día.
En fin, amigos, los días calurosos, largos y llenos de emocionantes cosas sencillas como unas cartas, un parchís o una buena charla en la terraza con algo fresquito para beber y buena compañía, eso, amigos, me hace la mujer más feliz del mundo, sin necesidad de buscar la gran fiesta playera con millones de personas. Eso sí, cuando salgo, no hay quien me pare, me lo paso genial en cualquier sitio porque me encanta bailar y disfrutar de todo.
Me voy despidiendo que ya mañana toca trabajar. Esta semana intentaré leer vuestras nuevas e interesantes reseñas para volver a disfrutarlas y comentarlas con mucho gusto.
Besotes a todos.