Si esta imagen no te emociona, no te gusta el cine de verdad

jueves, 19 de enero de 2012

PLUNKEY DE CHOCOLATE

Amigos blogueros. Toca relato. He decidido variar y alternar mis post de cine con unos relatitos semanales, si puede ser, y mi tiempo me lo permite. Los datos y personajes están basado en hechos ficticios o semificticios, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. Eso sí, la mayoría de las fotos son reales, sacadas de una serie que me gusto mucho cuando la ví. Intentar adivinar a que serie me refiero. 


PLUNKEY DE CHOCOLATE


Se llama Alicia. No es la Alicia de Tim Burton ni la Alicia de Disney. Es Alicia, del barrio de Greenwich Village, en Nueva York. Plenos años 60. Su larga melena pelirroja, recogida en un gran moño, nos descubre un estilizado cuello.



Cada mañana va a trabajar y siempre llega la primera, bueno, más bien la segunda, el primero en llegar es Ricardo, su jefe. Ese hombre al que todos llaman “el plunkey”. Os preguntareis porqué le llaman así, pues muy sencillo, cada mañana desayuna un gran trozo de plunkey con chocolate. Aparece cada mañana en la mesa de su despacho antes de que él llegue.

Ricardo sigue una rutina todos los días. Aparca su flamante coche en la plaza reservada a su nombre, siempre en batería pero invadiendo o pisando las líneas. No aparca así por torpeza, es más bien un signo de poder, un mensaje que grita a todos “AQUÍ ESTOY YO; SOY EL JEFE, EL JEFE Y NECESITO MÁS SITIO”.



Siempre se queda unos minutos dentro del coche. Se mira en el espejo retrovisor y se ajusta el sombrero pasando un dedo por la solapa a toda velocidad. Sale del coche y cierra con fuerza, se coloca la chaqueta metiéndose las manos en los bolsillos y saca un cigarrillo, mira a su alrededor mientras lo enciende. Son las 8.30 de la mañana, hay poca gente por las calle, todo esta en calma. 



Con sus relucientes zapatos camina hacia el edificio. Se planta delante del ascensor y espera, se abren las puertas del ascensor. Le da al botón sin mirar mientras echa el humo de su cigarrillo con la mirada perdida. Mientras el ascensor sube se observa de nuevo en el espejo y se sonríe a sí mismo, con una media sonrisa, dando de nuevo otra calada a su cigarrillo, esta vez lo sujeta con la boca y con los ojos casi cerrados, levanta la  cabeza y se coloca la corbata metiendo un dedo, el índice, entre ella y su cuello perfectamente afeitado. Se abren las puertas y sale hundiendo el cigarrillo en el cenicero que hay pegado al ascensor. 

Lentamente, se acerca a su despacho pasando entre las vacías mesas de sus empleados, las mira con desdén y se aleja. Abre la puerta de su despacho, entra y, quitándose los zapatos, pisa la suave alfombra hasta llegar a su silla, esa silla negra de cuero con un respaldo que protegería la espalda de mismísimo hulk. Se sienta y mira hacia la mesa. Allí esta, un plato de postre con un delicioso trozo de plunkey relleno de chocolate, un cuchillo se apoya sobre el borde del plato con el mango hacia afuera. Se acerca a la mesa y con su mano derecha coge el cuchillo y le da un corte seco al plunkey, un trozo de chocolate sale disparado y cae al suelo, ocultándose en la espesa alfombra color gris.



Pasados unos diez minutos llega Alicia, la chica de larga melena pelirroja recogida en un moño. Camina de forma sensual, moviendo sus caderas como si oyesen música, lleva un bolso pequeño colgando del antebrazo que también se tambalea al ritmo de las caderas, todo en ella parece acompasado, armonioso. Lo único que permanece sin movimiento es ese moño, perfectamente hecho, que desde allí arriba, lo controla todo.



Llega al edificio, se planta delante del ascensor y espera, se mira las uñas perfectamente pintadas de un rojo intenso. Vuelve a apretar el botón, apoya una mano en su cadera e inclina el cuerpo como desafiando al ascensor a que baje, pero nada, no baja. Aprieta de nuevo el botón mirándolo fijamente como queriéndole decir "baja maldito, ¿A qué esperas?, el botón no tarda en contestarle "¿cómo quieres que baje? no puedo. Se cansa de esperar y sube las escaleras. Primera planta, segunda, va notando calor y se desabrocha el botón del cinturón del abrigo. Tercera planta, se desabrocha un botón y luego otro. Por fin llega a la cuarta planta y se dirige al ascensor, le da al botón y se abre, se asoma dentro y nada. ¿Por qué no habrá bajado? –se pregunta Alicia mientras se mira al espejo del ascensor durante unos segundos.

Avanza hasta llegar a su mesa y de reojo mira al fondo, hacia el despacho de Ricardo. A través del cristal biselado puede ver su silueta. Esta sentado en su gran silla.-Qué raro, aún no ha salido a decirme nada o simplemente a pasar delante de mí y sin decir buenos días, pedirme un café”-piensa Alicia.

Alicia se saca uno de los zapatos de tacón y estira su larga pierna, se mira las medias color carne y nota, con grata sorpresa, que las medias tienen brillo cuando le da la luz que entra por su ventana, le gusta ese brillo y mueve la pierna girándola de derecha a izquierda mientras se toca el gemelo, ese movimiento la hipnotiza y solo sale de él cuando oye un ruido. Pega un respingo y mete el pie en el zapato a gran velocidad, se levanta y da dos pasos, mira hacia el despacho y no ve nada, Ricardo sigue sentado, Alicia no sabe si entrar o volver a su sitio. Se queda de pie.

Llega German, un compañero. La saluda con una gran sonrisa, y, tirando las cosas sobre su mesa como si viniese de un largo viaje, se acerca a Alicia y le hace un guiño mirando hacia el despacho de Ricardo.

Que susto me has dado-dice Alicia.
Que, ¿Hoy viene contento?-dice German.
Calla, que te va a oír. –dice Alicia. No tengo ni idea, desde que he llegado no se ha movido de su sitio.
Qué raro, con lo que le gusta meternos caña al muy….-dice German mientras se aleja a su sitio. Alicia se sienta y mira su pierna, su media ya no brilla, una nube ha tapado el sol repentinamente.

A los pocos minutos empiezan a llegar todos, se forma un bullicio matutino, algo mohíno, todos andan algo adormilados. Tras pasar por la máquina de café y hacerle a Alicia el interrogatorio pertinente sobre el jefe, que, aunque les importa un pimiento, es una rutina instalada en su cerebro. Se sientan en sus mesas y miran sus ordenadores sin pestañear mientras sorben el café muy despacio. Alicia les mira y siempre se pregunta: “¿Qué les pasara por sus cabecitas?, ¿Qué estarán pensado en ese preciso momento? Sigue mirando hacia el despacho y nada, su jefe hoy no tiene ganas de salir. Se quedo dudando si levantarse e ir a su despacho a preguntarle si quiere algo o dejarlo pasar, es tan difícil saber de qué humor esta, hay días que esta de mal humor y otros, de peor humor.



Sigue pensando en qué hacer, respira hondo, se acerco a la máquina de café, saca un café y, con la mirada fija en la puerta de su despacho, se acerca lentamente. Con una mano se ajusta la estrecha falda, alisándola con los dedos. Se detiene delante de la puerta, hace un giro de cintura y mira la costura de la medias con un gesto sensual para comprobar que están perfectamente alineadas. Se humedece los labios, el carmín sigue ahí. Toca suavemente con los nudillos, nadie contesta, acerco la mano despacio al frío pomo, vuelvo a respirar hondo y lo giro apretando con fuerza, abro la puerta y el vaso de café cae a cámara lenta hacia el suelo y al caer me salpica en los zapatos y en las medias, mis ojos se abren y apenas puedo gritar.



Ricardo esta reclinado sobre su sillón de cuero negro, la mano le cuelga como un péndulo y la cabeza esta torcida como si quisiera separarse de ese cuello bien afeitado, en el suelo un cuchillo manchado de chocolate y encima de la mesa un plato con un trozo de plunkey de chocolate.



CONTINUARÁ.......

22 comentarios:

miquel zueras dijo...

Me ha encantado este relato -tanto como los plumkeys de chocolate- y ya espero con impaciencia las próximas entregas, además las ilustraciones lo acompañan muy bien. Estupendo. Besos. Borgo.

Javier Simpson dijo...

Quién se lo habrá cargado de la oficina?? A saber. El candidato posiblemente sería más de uno. No tengo claro si la chica pelirroja está enrollada con el tal Ricardo o no. Yo diría que sí, que le tiene un buen trabajo y un apartamento no muy lejos de su casa matrimonial para pasarse por allí cuando tenga un apurón :-P

Un relato divertido, Lala.
Un abrazo y a ver cuándo nos traes otro…

malamemoria dijo...

¿Cómo que continuará? ¿Ha terminado o continuará?

Lala dijo...

Gracias Miguel. La próxima entrega la semana que viene. Prometo hacerlo más cortito porque ahora que lo leo de nuevo lo veo muy largo.

BEsotes

Lala dijo...

Bueno Javi, en esos tiempos eso de la secretaria con apartamento enrollada con el jefe se estilaba mucho. Imagino que ahora también, pero no te desvelaré nada :) La próxima semana más. Cómo le dije a Miguel, lo haré algo más corto para no aburriros mucho.

BEsotes

Lala dijo...

Continuará malamemoria...no podía dejarlo así.

Besote

Pepe Cahiers dijo...

Yo soy un entusiasta del Plunkey y no lo compro porque me los como casi de una sentada. Buen relato.

Lala dijo...

Hola Pepe!! a mi también me gustan mucho y tampoco los compro por eso precisamente. Y, como nadie nos los deja en nuestra casa, como al protagonista, tendremos que esperar a que nos los regalen y a comerrrrr....

Besotes

Javier Simpson dijo...

A mí no me aburrió nada

Lala dijo...

Gracias javi guapo!!!!!

Susan Lenox dijo...

Sólo te diré es mi serie favorita MAD MEN. Jon Hamm, está para comerselo, más que los plum-cakes
y La Hendricks, es una pelirroja es maravillosa y un poco mala, como todas las pelirrojas. Ahoa creo que pondran la 5ª temporada, ya estoy deseando verla.

Besote.

Cristina dijo...

Hola Lala! Eres toda una artista, sabes muy bien como dejarnos con la miel en la boca, y estoy deseosa de ver que pasa a continuación. Estas historias intrigantes son las que me gustan a mí, sobre todo si el final es chocante. Besotes

Mario Salazar dijo...

No sé si se envio mi mensaje, mi computadora está medio mala, lo vuelvo a escribir, empiezo diciendo que la historia me ha gustado bastante, me he podido imaginar a Alicia, muy guapa y provocativa, preocupada por verse bien, como debe ser, de pensar en una secretaria que mejor que una con grata servicialidad y muy bella. Se me hizo rápido leerte. Del jefe de la historia tengo alguna similitud, yo soy de ir al Starbuck y tomarme un frapuccino de chocolate todos los días, me dicen algo graciosos los vendedores "Hola, Mario, frapuccino ...." y ya quisiera cambiarlo pero no puedo, me encanta el mismo. Un gusto verte de vuelta. Besos.

Lala dijo...

Hola Mario,

Me alegra que te haya gustado, muchas gracias por tu interés. Mientras solo tomes frapuccino y no plunkey, te irá bien, jaja!! debes estar atento porque esta semana publico la continuación.

Un besote frapuccino

Lala dijo...

Hola Susan!! eres la primera en descubrir de que serie son las fotos. Estoy deseando ver la 5ª temporada. Como bien dices Hamm es puro jamón!! ñan ñan!!

Besotes

Lala dijo...

Gracias por tus palabras sqs! pues preparate para la continuación...bueno aún no la tengo pensada porque no pienso, escribo sobre la marcha...y lo que salga es lo que llega por aquí,jaja!!

BEsotes

Antonio de Castro Cortizas dijo...

Me había enganchado, iba leyéndolo rápido, muy interesado por lo que estaba pasando y olvidando que es una primera entrega, y se me cortó en lo más interesante: espero con impaciencia el siguiente episodio.
(Por cierto que este no me parece demasiado largo, para nada, es muy entretenido, e incluso creo que quedaría aun mejor con un par de frases al principio para describir Greenwich Village a esa hora.)

Lala dijo...

Gracias Antonio. Me alegra que te haya gustado. Ya esta la segunda parte y queda otra más para el final. Espero que te siga gustando. Es cierto lo que dices, tendría que haber ambientando el sitio para situar.

Un besote

David Cotos dijo...

He conocido 3 Alicias, pero la tuya es la más sexy...... en definitiva. Y ese Ricardo ... hay muchos como él.

HABLAR SIN TAPUJOS dijo...

Gracias por traernos una descripción de un día de oficina, haces que lo que puede parecer un día rutinario tenga un toque especial. Un beso

Lala dijo...

Si, David. Hay muchos Ricardos así, eso es lo malo. Pero Alicias sexy también hay, aún no la has conocido pero quién sabe....

Besotes

Lala dijo...

Me alegra que te haya gustado hablarsintapujos, y que la rutina del día a día, se haga, gracias a la imaginación, algo más entretenida.

UN besito